Seamos sinceras: organizar una boda es una aventura entre emocionante y demente. Lo de elegir el vestido, el catering o la música tiene su encanto, pero cuando llegas al punto de la lista de invitados… empieza el verdadero show. Porque sí, tu boda es tu día, pero también el día en que medio pueblo y algún que otro desconocido deciden autoinvitarse.
Y ahí estás tú, disfrutando del momento, cuando te das la vuelta y un tipo random que juras haber visto alguna vez… te da la enhorabuena. Sonríes, le das las gracias, y te convences de que debe ser tu primo el de Almorchón, al que no has visto desde los cinco años. Pues spoiler: NO es tu primo. Es un intruso que, con dos copas de más, se coló pensando que estaba en otra boda. ¿Te lo imaginas? Al día siguiente te enteras de la jugada y lo único que puedes hacer es reírte… o llorar, según te pille.
¿La solución? Hacer la lista de invitados lo más detallada y minuciosa que puedas. Y no, no te sientas culpable por dejar fuera a ese amigo del colegio que lleva diez años sin preguntarte ni cómo estás, o al vecino con el que solo cruzas un «hola» en el ascensor. Tu boda es para celebrar con las personas que te importan, no para llenar el salón de caras desconocidas o revivir el maldito “¿y tú de quién eres?”.
Así que, toma nota: menos es más.
¿La solución? Aquí van unos cuantos tips para evitar todo este drama:
- Haz una primera lista: empieza por los VIPs, esa gente que realmente te importa. Familia cercana, amigos de verdad (los que te han aguantado en tus peores días y siguen ahí), y personas clave en tu vida. Recuerda, si tienes que preguntarte más de dos veces si deberías invitar a alguien… la respuesta es no.
- Clasifica a los «amigos de rebote»: hay personas que están en tu vida simplemente porque comparten grupos o porque coinciden en todas las cenas de cumpleaños. ¿Son importantes o solo relleno? ¡Sé honesta! Y no, no te sientas culpable si decides dejarlos fuera.
- No te dejes arrastrar por la culpa: los compromisos familiares son el clásico campo de minas. La tía segunda de tu abuela que «te vio crecer», el primo lejano que vive en otra ciudad… si no te han escrito en cinco años, ni sabían nada de tu compromiso, ¿realmente quieres darles una silla?
- El famoso +1, úsalo con cabeza: está claro que algunas parejas no se separan ni para ir al baño, pero no te sientas obligada a dejar que todos tus amigos vengan con acompañante. Solo da ese +1 a quienes estén en una relación estable, porque no necesitas extraños en tu boda (y menos los que se colaron por la puerta grande con su nuevo ligue de Tinder).
- Controla el acceso: crea un sistema de confirmación claro y cerrado. Nombres, apellidos, y hasta DNI si hace falta, ¡lo que sea! Si alguien te dice “oye, ¿puedo llevar a mi prima que está de paso por la ciudad?”, sonríe y di: “Lo siento, ¡las plazas están cubiertas!”. Porque no, tu boda no es un festival de música.
- Staff a prueba de infiltrados: el equipo que tengas a cargo de la organización debe estar atento a cualquier “colado”. Que vigilen bien las entradas y que todo el mundo esté en la lista. No quieres acabar con un ejército de desconocidos en la pista de baile.
- Mantén la comunicación clara con tus padres y suegros: sí, ellos también tienen su lista secreta de invitados «indispensables». Un clásico. Habla con ellos con tiempo y pon límites, porque si no, te verás saludando a la tía de la vecina de su amigo del trabajo. ¡No exagero! Establecer reglas claras y negociar desde el principio evitará que el día de tu boda se convierta en una reunión vecinal.
Y ahora, lo más importante: ¿por qué es importante contar con un wedding planner ?
Créeme, este no es un consejo, es casi una obligación. Tener a un wedding planner en tu equipo te va a salvar de más de un drama. Un wedding planner no solo se encarga de que las flores lleguen a tiempo o de que el catering esté impecable, también es tu «guardia de seguridad personal» en lo que a invitados se refiere.
Gestionamos las confirmaciones, nos encargamos de que no haya “colados” y, sobre todo, te quitamos el peso de encima en la toma de decisiones difíciles.
¿Por qué es importante? Porque el día de tu boda, tú deberías estar disfrutando, no intentando recordar si esa persona que se acerca a darte un abrazo está en tu lista o si se ha colado en el brindis.
Como wedding planner te aseguro la experiencia necesaria para detectar posibles fallos, organizar todo al milímetro y asegurarte de que solo las personas que tú quieres estén allí. Y, en última instancia, te ahorraré ese terrible “¿y tú de quién eres?” mientras tú sigues siendo el centro de atención, como debe ser.
¡Espabila y no dejes nada al azar! Te adelanto que no suele salir bien.